Thursday, May 24, 2007

Nieve blanca...




Si me preguntas por qué creo en ángeles entenderé que eres ciego


-The Puppet Master





‘¿Qué cantas?’



Esa voz de pequeña curiosa todavía hace eco en mi mente, siempre dibujando una sonrisa plena en mi rostro.


Me recuerdo sentado tras un escritorio viejo, de espaldas a ella. Contesté que era sólo una canción que había escrito, restando importancia. Aun así insistió en escucharla entera. En algún otro caso probablemente me hubiese resistido, al menos algo, mas esta no era solo una niña en una iglesia o vecindario curioseando, era ella una joven desafortunada internada en la unidad de cuidado intensivo del hospital de la capital. Yo le atendía desde hace solo un día.


‘Si tan solo mi papá la pudiese escuchar algún día…¿Se la cantarías?’ Contesté que por supuesto, tratando de salir del paso.



La recuerdo sola en esa cama, la unidad de intensivo pediátrico vacía en esos días. Era la chiquilla la única paciente. Bien por mí, estaba a penas empezando la práctica de mi carrera médica y con un solo caso, complicado como era, tendría tiempo para cometer menos errores.



Quedó enamorada de un peluche que llevaba en mi bolsillo, un pequeño oso polar que a penas costo un dólar. Lo cargaba para llamar la atención de los pequeños en la unidad de pediatría. El día siguiente le regalé el osillo, a quien coloqué un yeso con cinta adhesiva en la cabeza hasta cubrir diagonalmente uno de sus ojos.


‘Así podré cuidar de él así como me cuidas a mí’ indicó la niña.



Conocí a sus padres. Insistieron en escuchar la canción. Luego de interpretarla el hombre me contó, con lágrimas asomándose en sus ojos, acerca de sí. Era un hombre retirado, había sido pastor de una iglesia por muchos años. Junto a su esposa decidieron un día adoptar una niña a sabiendas que había nacido hiv positivo.



A sabiendas…



El hombre dejó el servicio a la iglesia cuando la niña comenzó a enfermarse seriamente. Ya era ella una jovencita de catorce años de edad, con una sonrisa amplia eternamente grabada en su rostro y un corazón enorme. Mucha gente criticó su abandono de la iglesia.


‘Es usted admirable’ indiqué. ‘Gente como usted son los verdaderos héroes que salvan el mundo. Salvan el mundo entero de una chica. El cielo esta hecho para gente así, y no para aquellos que pierden su tiempo solo cantando dentro de una iglesia’



Su madre mencionó que en una semana sería el quinceañero de esta niña, que dejaría de serlo, según la tradición, para convertirse en una mujercita. De regalo había pedido vestirse de Blanca Nieves, pero la chiquilla no sabia si podría cumplirse el deseo ‘porque mis papás no tienen tanto dinero, así que si me ponen una Blanca Nieves en el bizcocho con eso me imaginare que soy yo’. Mientras miraba con disimulo a su madre ella me hacía señas, afirmando con su cabeza y llevando su dedo a la boca en señal de silencio.



Llegaba el fin de semana, tendría el domingo una presentación con la banda donde solía ser vocalista. La niña andaba muy mal, su condición empeoraba, mas ella con mas ánimo me dijo ‘Espero que todo les vaya bien, quisiera estar bien para poder ir a verlos cantar. Antes que se vaya, doctor ¿Cree que pueda estar el martes fuera de aquí para poder ir a mi quinceañero?’


‘Quién sabe’ respondí ‘quizás sí’.


Ese viernes ella ya había comenzado a levantarse de la camilla a caminar, tenía mas fuerzas. Su ánimo aumentaba cada momento.



Conseguí los permisos para poder traer la banda entera a la unidad de intensivo a cantar para ella, que ya mejoraba tanto que fue trasladada al piso regular. Sus resultados de laboratorio, sin embargo, estaban peor que nunca.


‘Lo que hace el ánimo y la fe’ me dije a mí mismo.


El domingo al medio día vendríamos inmediatamente luego de nuestra presentación a cantarle como regalo sorpresa de quinceañero.



El martes se cumpliría su sueño mayor. El lunes posiblemente se daría de alta. El domingo en la madrugada falleció…



Ya en la funeraria su padre me presentó como ‘el medico loco, el único que la hizo sonreir durante sus últimos días’.



Me acerqué al ataúd, donde se hallaba aquel ángel inocente que ya no sonreía. Allí yacía con su osito de peluche entre sus manos inertes. Vestía su traje de Blanca Nieves y, como en el cuento, dormía en su féretro esperando al príncipe azul que para ella nunca vendría.


De seguro desde el cielo escuchaba la canción que allí le cantamos y danzaba con su vestido nuevo eternamente sonriendo…





Lección Aprendida: Mañana puede ser muy tarde para demostrar amor.


No comments: