Thursday, April 19, 2007

Café vertido...


El collage en la pared de exposiciones de aquel mórbido hospital captaba mi atención, pero más lo hacía aquella foto donde me veía a mí mismo desde lejos; una foto clandestina a blanco y negro donde yacía sentado en una acera, tomando un café junto a una guardia de seguridad anciana y una niña.

'La Humanidad en la Medicina' titulaba aquella foto…


El rugir de autos viejos no era mucho más molestoso que el humo expedido por los mismos. Mi bata en pocos minutos dejaría de ser blanca para tornarse gris. Cualquier pensamiento frívolo alejaría mis pensamientos del estrés diario al que estaba constantemente expuesto.

Cruzaba la calle para comprarme el tan adictivo café, mi único vicio, al menos asi lo veía. 'Buenos días doctor' las palabras provenian de una mujer de edad avanzada, su pelo teñido de un color vino añejado, las raíces blanquecinas asomadas en su cabeza.
La respuesta a penas escapó de estos labios que, quién sabe si por compromiso en esos momentos, sonrieron. Ocupado llegué hasta el estante donde compraría el tan codiciado tesoro liquefacto.

De regreso con varios cafés en las manos decidí pasar por aquel mismo rincón donde sentada estaba la guardia, como un viejo resignado esperando la muerte que no acaba de avecinarse. Sus ojos cansados observaban una pequeña niña que se le acercaba curiosa. Esa misma criatura que, por no tropezarme con ella traté infructuosamente de esquivar, vertiendo dos de los cuatro envases que llevaba.

En vez de continuar mi camino decidí servir un momento como ciudadano responsable y recoger aquel desastre. Mientras lo hacia, escuchaba la niñita preguntar a la mujer ‘Como te llamas?’

‘Josefina’ respondió.
‘Te ves cansada’ agregó la diminuta.
‘Lo estoy’
‘Por que?’
‘Por el trabajo’ añadio la mujer, que con toda calma contestaba a la criatura inquisitiva.

‘Por qué trabajas? De donde vienes?’ con más rapidez preguntó, deseando saciar mil curiosidades.

La mujer comenzó a contarle de su procedencia, de cómo había venido ilegalmente desde la República Dominicana. Contó de cómo tuvo que luchar contra un hombre maltratante, de cómo fue abusada en el pasado. Relató de sus hijos, del que murió enfermo, del que mataron, del que abandonó el hogar. Habló de que estaba sola, de cómo habia sido rechazada para mil trabajos, de cómo solo podía ‘servir’ a los demás. Habló además de cómo superó todo aquello, como dejó de planchar ropa, de cocinarle a otros, de limpiar casas y de como al fin habia, ya cansada, alcanzado una posición mejor, a su entender, aquella de Guardia de Seguridad en un hospital de mala muerte.

Aquella guardia de seguridad olvidada e ignorada, aquella mujer cuya vida contada jamás ganaría un Oscar. Esa mujer valiente que vivía sola y agotada y apreciaba lo que había logrado, mientras nosotros cubiertos de mierda además de nuestros uniformes.

Terminé sentado a su lado, dando mi café como ofrenda. ‘Tenga, gran mujer, muchísimas gracias’

‘Las gracias se la debo a usted, doctor, por el café’ replica ella sonriendo.
‘No mujer, usted me acaba de abrir los ojos como libro alguno jamás hizo’ contesté marchandome a mi trabajo.



Lección Aprendida: Escuchar por un minuto a una persona ignorada puede cambiar tu vida.

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